El trauma tabú. «Mujeres sombra». Por la Doctora Ingeborg Kraus


Texto escrito por la Dra. Ingeborg Kraus, publicado sobre «Trauma y prostitución» en abril de 2018; a continuación traducido del alemán al inglés por «Abolition de l’industrie du sexe Canada». Corrección de pruebas por Mary Veronica Clancy. Traducción del inglés al español por Plataforma Anti Patriarcado.

Las mujeres en la sombra son mujeres cuyos maridos las traicionan recurriendo a mujeres prostituidas. Hasta ahora, casi no se ha prestado atención a estos «daños colaterales» de la prostitución, y prácticamente no hay informes al respecto.

La siguiente entrevista, que realicé a una mujer afectada, me conmovió profundamente. Una de las razones es que sólo entonces fui plenamente consciente de la dimensión del perjuicio sufrido. En realidad, se produce un enorme perjuicio cuando la pareja de una mujer acude a una mujer prostituida. Este tipo de traición tiene consecuencias devastadoras para toda la familia, y las víctimas no son tomadas en serio ni reciben ayuda eficaz. Contradictoriamente, existe el peligro de que incluso los terapeutas inviertan los papeles de culpable y víctima, y de que el cónyuge traicionado sufra un lavado de cerebro por su parte. En Alemania prácticamente no existe literatura especializada sobre la adicción al sexo, por lo que no hay posibilidad de ilustrarse sobre el tema ni de comprender lo que te hacen. La otra razón es que, en mi calidad profesional de terapeuta, conozco a muchas mujeres que son devaluadas por sus parejas. Tal vez sus parejas no acudan a mujeres prostituidas, pero todo hombre tiene acceso al porno aunque no acceda a él directamente. En todas partes nos enfrentamos a representaciones pornográficas de mujeres, incluso sin querer verlo. Y en un país donde la prostitución está legalizada, sigue siendo un derecho del hombre acudir a mujeres prostituidas o tener el privilegio de decidir no hacerlo. Y si analizamos la cuestión más de cerca, en última instancia, todas las mujeres son mujeres en la sombra en un país que legaliza la compra de sexo y considera la prostitución como trabajo sexual.

La siguiente entrevista fue realizada por la doctora Ingeborg Kraus el 29 de marzo de 2018:

Vivo con mi marido desde hace 36 años y estoy casada con él desde hace 27 años. Tenemos tres hijos adultos que ya no viven en nuestra casa, pues han terminado sus estudios. Cuando todo se vino abajo, mi hija menor estaba terminando la enseñanza secundaria. La imagen de su padre, mi marido, se vino abajo.

Mi marido trabaja por cuenta propia y es económicamente independiente, así que tuvo la oportunidad de dedicar tiempo a sus acciones sin hacernos sospechar. Todos los días acudía a las comidas comunes y siempre estaba presente en la vida familiar. Además, me sentía muy apoyada por él. Se preocupaba tanto por todos nosotros que nunca me preguntaba dónde estaba o qué hacía. Siempre iba a las prostitutas cerca de su lugar de trabajo y justo después se sentaba con nosotros a comer en la mesa familiar.

Con el paso de los años, experimenté cómo se desentendía emocionalmente de nuestra vida familiar. Su sexualidad también cambió. Una y otra vez intenté hablar con él sobre el tema, pero se negaba. A veces me tocaba de una forma distinta a la normal. Hoy sé que era porque antes había estado con una prostituta. Yo lo sentía, pero no podía ponerle nombre. Le dije: «Me tratas como a una prostituta, me tocas como a un trozo de carne». Ya no había intimidad. Ya no había ternura, sólo se trataba de crear estímulos. No se trataba tanto de las cosas que quería, sino más bien de la forma en que las exigía. Empezó a hablar en un tono de voz exigente y autoritario, que me repugnaba: «Haz eso, tócame así, siéntate de una manera especial, ve allí…». Siempre dejaba de hacerlo cuando yo me quejaba y acababa discutiendo. De repente, tenía preferencias especiales que antes no tenía, o al menos no las exigía con tanto rigor, por ejemplo en lo referente a la vestimenta erótica. De vez en cuando, me cambiaba y ponía vestidos que yo había elegido, y entonces había muchas infravaloraciones, sobre todo en lo referente a la sexualidad. Había momentos en los que él quería vengarse de mí porque le había rechazado sexualmente. Yo desarrollaba cada vez más pensamientos de: «No le satisfago. Algo va mal», pero no podía ponerle nombre. Una y otra vez hacía comentarios extraños: «Básicamente, me gustan las mujeres rubias, o de ojos azules…». Pero esto ocurría cada largo tiempo, y no era tan extremo como para que me hubiera divorciado de él por ello. Sin embargo, aunque me causaba muchos problemas, nunca me habría imaginado cuál era el motivo de estas cosas.

A mi modo de ver, siempre hablaba de forma muy despectiva de los hombres que miraban a las mujeres que pasaban por su lado, y se enfadaba cuando se enteraba de que había hombres infieles en su círculo de amigos. Se presentaba como una persona interesada en los derechos de la mujer y me apoyaba en mi desarrollo profesional. Estaba segura de que en este asunto era muy sincero.

Fotograma del sketch de ‘Saturday Night Live’ sobre los feministas impostores. Foto: NBC

Siempre estaba dispuesto a cumplir sus deberes como padre de familia, pero emocionalmente ya no era accesible y a menudo estaba malhumorado. Con el tiempo, se insensibilizó emocionalmente, no me valoraba y tenía menos ganas de sexo. Cuando teníamos sexo, ocurría sin ninguna gran intimidad, se trataba más bien de mera satisfacción. Ya no esperaba mucho en cuestiones emocionales, y pensaba que era normal cuando te haces mayor y llevas tanto tiempo juntos. Cuando hablaba de ello con otras mujeres, me decían lo mismo. No me daba cuenta de lo mucho que estaba sufriendo. Después, creo que en algunas fases estuve deprimida sin ser consciente de ello. Finalmente, intenté buscar ayuda terapéutica, porque creía que me pasaba algo. Sin embargo, como no sabía lo que realmente pasaba en mi vida a mis espaldas, esto no pudo cambiar los problemas de fondo, aunque elevó mi bienestar y me hizo más fuerte emocionalmente.

Mi marido y yo hablábamos mucho el uno con el otro, pero a posteriori reconocí que cuando se trataba de nuestros problemas, nuestras conversaciones eran una farsa, porque nunca llegaba a saber lo que ocurría realmente. Con el tiempo me acostumbré a la insensibilidad de mi marido y no me di cuenta de que evitaba el contacto visual conmigo. Pensaba que todo esto era normal, porque no conocía nada fuera de mi propia familia y estaba convencida de que tenía un matrimonio real, bueno, en comparación con otros. Esto era un auto engaño, ilusión y entumecimiento. Ya no sentía nada.

Con el tiempo decidí hacer una terapia combinada para mi cuerpo y mi alma. Fui recuperando los sentidos muy lentamente y, en una dimensión de la que antes no era consciente, llegué a saber lo que me había pasado. Paso a paso, me di cuenta de las cosas, y un día descubrí un mensaje de una mujer desconocida en el móvil de mi marido. Este fue el comienzo de un proceso de revelación que duró más de 4 años.

En primer lugar, él lo negó todo, incluso en la terapia de pareja sólo admitió que yo lo había descubierto antes. En las sesiones de terapia se consideraba que era un problema de pareja al que ambos habíamos contribuido. Intentó mantener su estrategia de mentiras también en la terapia; intentó trivializar y minimizar. Aunque hubiera contradicciones evidentes, los terapeutas no estaban interesados en hacer una investigación detallada. Ni sus evidentes mentiras, ni la violencia emocional, ni el poder que utilizaba de este modo, fueron elegidos como tema central, ni sus intentos de tratar de volverme loca sistemáticamente. (El término aquí es «gaslighting»: un tipo de terror psicológico emocional y abuso sistemático en el que el agresor proporciona información errónea a la víctima y tiene como objetivo hacer que la víctima sospeche de su propio reconocimiento y razón, también tiene como objetivo confundirla, amedrentarla y hacerla insegura hasta que cuestione su propia salud psicológica). En cambio, en terapia me trataron como si fuera una esposa celosa que había desarrollado fantasías anormales y que tenía que aprender a aceptarle tal como era. Sin embargo, mis fantasías eran bastante más inofensivas que lo que había ocurrido en realidad, porque la dimensión de la traición real era inimaginable para mí. Era como un lavado de cerebro. Él lo seguía negando, y los terapeutas se unieron al «juego». Sólo al cabo de cuatro años se descubrió todo el panorama, cuando encontré por casualidad en su sistema de navegación innumerables direcciones de burdeles y prostitutas. Después de esto, no tuvo más remedio que admitirlo todo.

Terapia revictimizante

Para mí fue una época terrible. En esos años nos traumatizábamos mutuamente una y otra vez. Para él, cada descubrimiento era una «experiencia traumatizante». Para mí también. Cuando pienso en cómo vivíamos juntos y lo que todo eso hacía con nosotros… Ya no era posible ver la televisión juntos, ir al cine o simplemente ir a cualquier sitio juntos. Sentado o caminando a mi lado, solo estaba permanente y obsesivamente preocupado por mirar a las mujeres de forma lujuriosa. Había desarrollado una importante adicción al sexo y estaba convencido de que tenía derecho a mirar a las mujeres como objetos sexuales. Ya no estaba presente en nuestra relación. No era sólo la pérdida de intimidad y cercanía, mi marido también estaba empobrecido emocionalmente. Mientras yo me preocupaba e intentaba motivarle para que hiciera algo bueno por sí mismo, me daba cuenta de que cada vez estaba más aletargado y no sentía placer por nada.

Hubo un tiempo, antes de que lo supiera todo, poco después de empezar mi terapia combinada para cuerpo y alma, en que le dije: «Algo tiene que cambiar, de lo contrario me separaré de ti». Entonces empezó la terapia, pero mintió a su terapeuta y me dijo lo mucho que me había descuidado, que había cometido muchos errores y que estaba luchando por una segunda oportunidad para nuestra relación. Mientras tanto, se prostituía. Llevaba una doble vida; al final tuvo varias mujeres simultánea y directamente. Fue un horrible momento de despertar cuando se reveló. Fue una época torturadora y traumatizante. Quería saber la verdad sobre mi vida. La vida que creía mía no existía. Persistentemente tengo reacciones extremas cuando descubro contradicciones en cualquier lugar. Mis pensamientos circulan en torno a la pregunta de qué habrá o podrá haber.

Mujer con ataque de ira

Me puse las pilas y busqué grupos de autoayuda y terapeutas especializados en el tratamiento de la adicción al sexo. En Alemania prácticamente no hay posibilidades, y es difícil que te escuchen. Por eso me fui a Gran Bretaña. Allí tienen otra forma de tratar la adicción al sexo, y hay grupos e institutos para adictos al sexo y sus parejas. Encontré amigas maravillosas con las que he mantenido el contacto hasta hoy. Gracias a este contacto me di cuenta de que tenía suerte de que mi marido me hubiera apoyado cuando me hice autónoma. Conocí a mujeres que desconocían las visitas de sus maridos a prostitutas y habían acumulado grandes deudas. Sin que sus esposas lo supieran, habían arruinado a toda la familia. En la prostitución hay ámbitos en los que las mujeres son muy caras y quieren ser impresionadas con regalos muy caros, mostrando una lista de deseos en sus páginas web. Los hombres quieren presentarse ante estas mujeres como grandes tipos, cumpliendo sus deseos de regalos caros, o quieren ayudarlas a salir de cualquier supuesta crisis. Es molesto ver cómo las mujeres, además de sufrir traumas y humillaciones, tienen que pagar por estas deudas. Además, tuve la suerte de no coger ninguna enfermedad de transmisión sexual.

En el tiempo posterior a la revelación, nuestro círculo social también cambió. Casi todos nuestros contactos se rompieron, porque yo no estaba dispuesta a fingir ante nadie, y las reacciones (también de las mujeres) ante las visitas de mi marido a las prostitutas fueron en algunas partes extremadamente denigrantes hacia mí. Una amiga me dijo: «Es ingenuo creer que los hombres no lo hacen, por eso me aseguro de que tenga sexo regularmente, para que no ocurra algo así». La actitud fue: en cualquier caso, parece que es culpa tuya. Estoy muy enfadada por esto. Quizá una de las razones es que en el pasado pensaba lo mismo y no era capaz de imaginarme ninguna situación como ésta. Hoy estoy enfadada porque ocurre tan a menudo, que nuestra sociedad lo facilita y al mismo tiempo lo silencia.

El consenso social es obvio, se culpa y avergüenza a la mujer. Si un hombre acude a una prostituta, es porque su mujer no es lo suficientemente sexy o buena en la cama.

A mí me costó muchos años recuperar la fuerza, volver a sentirme suficientemente atractiva, que todo está bien conmigo, que tengo una sexualidad normal.

Durante mucho tiempo había pensado que ninguna parte de mi cuerpo era suficientemente buena. Con el tiempo, mi marido dejó de decirme cumplidos y cosas bonitas. Mis sentimientos cuando me enteré de que elegía mujeres por Internet fueron: No hay ninguna parte de mi cuerpo que él no pueda encontrar mejor y más bonita en otra parte, desde las uñas de los pies hasta el pelo. Y esto también se refería a mis órganos sexuales, mis pechos, mi cara, mis piernas, mis rodillas, mis manos, mi piel, mis ojos, mis labios… y además, mi postura, mi forma de moverme, mi voz, mi amabilidad… como si no hubiera nada en mí que no pudiera encontrar mejor, más bonito, más agradable, en otro sitio. Eso determinó mi autoimagen durante mucho tiempo. No soportaba mirarme al espejo. Todo lo que veía era: Soy vieja (aunque él es 10 años mayor que yo), no tengo un pelo bonito y mis ojos no son tan bonitos como los de una mujer de 25 años de ojos azules de Europa del Este. Esta percepción vino acompañada del conocimiento de que se prostituía, y con cada revelación se hacía más fuerte, como una experiencia retraumatizante. Este sentimiento ya no podía silenciarse. Se sentía como: No queda nada bonito en mí, nada especial, precioso, agradable. Me sentía como un desguace de piezas de recambio.

Pasó una eternidad hasta que eso cambió; he estado sufriendo por ello durante años y me ha preocupado mi autoimagen. Además, en ese tiempo no podía salir, ver películas o leer revistas sin que me provocaran, porque en todas partes había esas imágenes de mujeres con la boca entreabierta, profundos escotes, etcétera. En todas las carreteras había carteles con esas imágenes, y en cada vereda me cruzaba con carteles que anunciaban prostíbulos, o conducía detrás de camiones en los que se veían unas nalgas femeninas bien formadas. Me sentía permanentemente asqueada y al mismo tiempo me preguntaba: ¿qué están anunciando aquí? Y descubrí que era publicidad de lámparas. Lo que sentí fue una mezcla de rabia extrema y humillación extrema. A menudo tenía pensamientos cuando veía a una mujer mujer por la ciudad y me imaginaba que había satisfecho oralmente a mi marido.

Mujer con ataque de ira

Creo que es muy importante que empecemos a hablar de la superación de la vergüenza y dejemos de considerar normal que los hombres hagan esto. Las mujeres han asumido el papel de considerar esto normal, de considerar la prostitución como algo normal, y si hablan en contra, se las tacha de mojigatas.

No hay disuasión sin una legislación que castigue a los compradores de sexo. Los hombres creen que están en su derecho y se convencen de que las mujeres realmente lo quieren así. Creo sinceramente que hay sentimientos de vergüenza y autodesprecio inmediatamente después del acto. Pero incluso después de esto, nosotras como mujeres tenemos que ser las que más sufrimos por ellos; por un lado, esto era obvio en la forma devaluadora en que mi marido hablaba de las prostitutas cuando tenía que hablar de esto conmigo, y en la época en que visitaba prostitutas regularmente, y por otro lado, se manifestaba en la forma en que yo era devaluada, lo que significaba que había algo malo en mí. Sólo así mi marido podía justificarse.

Hacer algo que está en contradicción con tus valores personales genera -incluso en secreto- un malestar extremo. El término para esto es disonancia cognitiva. Para reducir la disonancia y la tensión incómoda relacionada con ella, sin renunciar a su comportamiento adicto al sexo, los hombres crean una especie de pensamiento escalonado, una división interna de su autopercepción en una parte que sólo pertenece a su personalidad cuando se mueve en un determinado círculo con su propio sistema de valores. Una parte está aparentemente desconectada de la otra, de tal forma que fingen para sí mismos, «olvidar» a esposas e hijos cuando visitan a prostitutas, y olvidan estas visitas cuando pasan tiempo con sus familias. En terminología psicológica, esta división interior inconsciente se denomina «compartimentación». Por un lado está el marido y padre leal y cariñoso, por el otro el semental audaz, que traspasa los límites y es arrogante, que compra sexo despreocupadamente a mujeres que tienen prácticamente la edad de sus propias hijas. Si los hombres se ven atrapados en este comportamiento adictivo, tienen una forma de pensar completamente diferente en comparación con su vida normal, en la que tienen que controlar su comportamiento adictivo. Ese es el tipo de división interna. Y eso es lo que tiene efectos tan traumatizantes si intentas reconectar estas partes, también para los hombres. Estas dos partes no están fusionadas en su personalidad. Realmente creen que deleitan a las prostitutas con su virilidad, porque eso es por lo que pagan y lo que las prostitutas tienen que fingir ante ellos, mientras que esto es de lo que ellos tienen que disociarse. Mi marido al mismo tiempo idealizaba a las prostitutas y las despreciaba. Y a mí me pasaba lo mismo, por un lado me idealizaba y por otro me devaluaba completamente.

En relación con las prostitutas, se trata de poder, manipulación y auto engaño, pero en realidad se trata de miedo: el miedo a estar en una relación cercana, real, íntima, a un nivel equitativo. Mi marido empezó a visitar prostitutas cuando yo ya casi había terminado mis estudios, tenía más confianza en mí misma y no dependía tanto de él como antes.

Hace poco encontré una carta abierta de una mujer prostituida a las esposas de sus clientes. Escribía con desprecio que, por supuesto, todas las mujeres que la leyeran pensarían que ella no podía significarse y lo poco realista que es esto en la realidad, como lo demuestra el número de sus clientes casados.

Valérie Tasso, exculpa y justifica a los puteros mientras culpa a sus mujeres víctimas

Luego empezó a enumerar los argumentos de por qué nosotras como esposas o compañeras nos beneficiábamos aceptando y valorando su «trabajo», porque en comparación con una pareja amada, ella no quiere a nuestros maridos, ni siquiera quiere realmente tener sexo con ellos, y por lo tanto no era un peligro para nosotras, como si sólo fuera un mal menor que tenemos que aceptar porque así son los hombres. No es de extrañar que esta imagen de los hombres se esté devaluando. Esta mujer no reconoce, tal vez porque nunca lo vivió directamente, que el fraude, el secretismo, la traición y el mirar a las mujeres como puros objetos sexuales -la deshumanización- es el verdadero problema. Debido a ello, el respeto mutuo, la confianza y la verdadera intimidad se vuelven imposibles, por lo que la prostitución tiene efectos destructivos sobre la base de una verdadera relación de pareja. Es diferente si el hombre tiene una aventura con una mujer «real», una persona «real» con sentimientos reales. Sin duda, esto es extremadamente doloroso para la pareja, pero no destruye nuestro sistema de valores ni la capacidad de un ser humano de amar por completo. (En esto diferimos porque la mayoría de hombres infieles hoy consumen también pornografía y/o prostitución y tratan a las mujeres con las que son infieles como cachos de carne, como prostitutas gratis, las ven igual, las tratan igual o peor, solo que además en muchos casos también les mienten, gaslightean y ningunean como a las esposas habituales, cosa que no necesitan hacer con una mujer prostituida).

Nos llamo mujeres sombra, porque estamos a la sombra de este sistema. No tenemos elección, no lo hemos elegido, y no tenemos voz en todo el debate sobre la prostitución. Una de las razones es que la mayoría de las mujeres espera no tener que preocuparse nunca por esto, y la otra es que las que lo saben tienen un miedo muy real a ser avergonzadas y atacadas en cuanto hablen de ello. Se trata de un pensamiento insoportable si se tienen en cuenta las experiencias masivamente traumatizantes debidas al fraude, la traición y el abuso de esposas y parejas durante mucho tiempo, y según el desolador estado psicológico resultante. Hoy en día es más aceptable salir del armario como prostituta y ejercer la prostitución como trabajo que ser la esposa o pareja traicionada. Y eso también es una asignación característica de la traumatización: humillar y hacer recaer la vergüenza sobre la víctima.

Muchas gracias por la conversación.

Dra. Ingeborg Kraus

«Hombres, mujeres y niños», una película sobre el impacto de la pornografía en la infancia y las relaciones.


Se trata de una historia que investiga el efecto de Internet y el porno sobre un grupo de estudiantes de secundaria y también sobre sus padres. Muestra cómo Internet y las nuevas tecnologías han cambiado drásticamente la forma de relacionarse de la gente. Pornografía, blogs y redes sociales serán al mismo tiempo válvula de escape y causa de conflicto dentro de las relaciones y la familia. También toca la problemática de como el porno está causando en los hombres impotencia y problemas de erección a la hora de tener relaciones sexuales reales, incluso en chicos muy jóvenes.

Cada vez más hombres prefieren masturbarse frente a una pantalla a tener relaciones con sus parejas


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Según diversos estudios realizados en las consultas de psicólogos/as alrededor de todo el mundo, no deja de aumentar el número de hombres que relegan sus relaciones por fantasías sexistas, que prefieren una pantalla llena de trozos operados y retocados de mujeres, a compartir momentos de placer, conexión e intimidad con la persona real a la que dicen amar.

La mayoría lo oculta, y encima, cuando son descubiertos, las culpan a ellas, por no entender que se metan en una relación cuando en realidad prefieren masturbarse compulsivamente con barbies de silicona, que no dejan de ser víctimas de nuestra cultura machista, esculpidas a medida a golpe de bisturí según los dictados del patriarcado.

Y ya ni siquiera necesitan ver porno, basta con poner el telediario o cualquier programa de sobremesa, porque ese se ha convertido en el único tipo de mujer permitido en los medios. Sólo mujeres aptas para salir en revistas de hombres que cosifican mujeres. Y voilá, casi todas entran por el aro, basta con teclear sus nombres en google para encontrar sus fotos porno-chic esparcidas por toda la red.

Cada vez es mayor el número de hombres, incluso muy jóvenes, que han llegado al punto de ser incapaces de mantener o tener erecciones sin recurrir a esos contenidos, ya sea a través de una pantalla o reponiéndolos en sus propias cabezas. Pueden estar con una pareja sexual, e incluso en esa situación, son incapaces de estar ahí, de disfrutar del momento y la persona que tienen delante, su cabeza está en otro lado.

Muchas de las parejas de esos hombres, a parte de perder totalmente la autoestima y el amor propio que les quedaba, llegan a entrar en un quirófano para parecerse a eso con lo que su novio fantasea, pensando que así pararán. Pero no, porque el problema no está en los cuerpos de ellas, sino en las cabezas de ellos.

Este es un tema tabú, algo de lo que nadie habla, y mucho menos las mujeres, porque es que además no se les permite, se las acalla con toda suerte de micromachismos. Esta es la triste realidad que sufren millones de mujeres que tienen la mala suerte de compartir su vida con machistas insensibles adictos a contenidos sexistas, obsesionados con las mujeres-objeto de plástico y silicona que nos vende el patriarcado. Que desgraciadamente, son la mayoría. Y cada vez son más los hombres que ejercen así su masculinidad, es uno más de sus privilegios patriarcales, y pobre de la que diga algo en contra, porque el chantaje emocional y la culpabilización no tendrá límite. La mayoría de mujeres en relaciones heterosexuales están obligadas a tragar con todo esto sin rechistar.

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Es de tal calado el problema, que en algunos países como Japón o el Reino Unido, aunque no son los únicos, han saltado las alarmas debido a la insatisfacción sexual creciente, los problemas sexuales y psicológicos derivados como la impotencia en ellos, y la falta de autoestima en ellas, se ha disparado al tiempo que disminuye la frecuencia de relaciones sexuales en pareja, afectando incluso a la natalidad, todo debido a esos estereotipos imposibles impuestos. Y la realidad no es que en el resto de países nos libremos, lo mismo está ocurriendo en casi todos lados, lo que no todos los países hacen estudios, porque no interesa.

El sexismo se ha convertido en un mercado al por mayor de insatisfacción e infelicidad sin límites muy lucrativo para unos pocos. Una fábrica de onanistas, de yonkies del sexo enlatado y la misoginia.

Y lo peor es que aún no hemos visto lo peor, lo que ocurrirá con las nuevas generaciones que están mamando esta deshumanización, esta falta total de valores y respeto hacia las mujeres desde la cuna, esos que ya ven a las mujeres como objetos y ven porno duro desde antes incluso de los 8 años.

Aún así, vivimos en esta sociedad que nos ha tocado de la que no podemos escapar, pero no podemos más que preguntarnos ¿por qué complicar las cosas con lo simple que podría ser todo? Si te gusta todo ese sexismo y esa forma de vivir el sexo, sencillamente busca una pareja que comparta tus gustos, lo tienes fácil, sois la mayoría. Y si no, quédate con tu pantalla del ordenador y tu caja de clinex, en lugar de juntarte con alguien que no quiere tener nada que ver ni con la pornografía, ni con el sexismo ni con una forma de vivir la sexualidad machista y compulsiva, para luego hacer todo lo anterior y ocultárselo, porque estás atentando contra la libertad de elección y la salud mental de la otra persona.

Si viviéramos con honestidad independientemente de cuales sean nuestros valores, ideales o gustos sexuales no habría ni que discutir o hablar de estos asuntos, pero no es así, la mayoría calla, oculta y si sale a la luz, miente, niega, ataca y manipula.

Desde aquí defendemos la libertad sexual total, pero hacer lo de arriba es coartar la libertad sexual de quienes no quieren vivir según los mandatos de la sexualidad patriarcal y capitalista imperante.  Insistimos en que no se les pide que dejen de hacer lo que hacen, sino que respeten que haya gente que no quiera vivir con eso en sus vidas ni con las personas que ejercen así su sexualidad, que las dejen en paz.

Con estas letras no se pretende coartar la libertad ni la sexualidad de nadie, así que se pueden ahorrar los insultos machistas de quienes defienden sus privilegios de cosificar sexualmente a otros seres humanos (casi siempre seres humanas) cuando siente peligrar dichos privilegios, tipo «puritana/o», «anti sexo», etc.

Ellos, que presumen de libres y liberales son los que no respetan que haya personas no católicas ni religiosas que no quieran en sus vidas ni pornografía ni sexismo, no respetan ni entienden que haya gente a la que le encanta el sexo pero no cosificando al otro, no pasando por encima de la dignidad y los deseos del otro, que es lo que hacen la mayor parte de los medios y la pornografía. Insultan y llaman puritanos a quienes quieren sexo de calidad, sexo con intimidad, sexo con complicidad, con conexión, con emociones, con igualdad, sin toda esa basura sexista, a quienes quieren usar su propia creatividad e imaginación, sin estereotipos ni adoctrinamiento, que lo que desean es más educación sexual y menos cosificación e hipersexualización  mediática, a quienes quieren construir su propia película en su intimidad, su propia sexualidad al margen del machismo, del patriarcado, del sexismo mediático y de la pornografía.

A ver si les queda claro de una vez que que odies la comida basura, no significa que no te encante comer, que odies el porno y el sexismo no significa que no te guste disfrutar al máximo del sexo.

Con respecto a esto, Gloria Steinem da en el clavo con esta reflexión: «Hacer a las mujeres parecer anti-sexo o aburridas si queremos el derecho de ser sexuales sin ser humilladas ni heridas, y hacer parecer a los hombres débiles o impotentes si prefieren la cooperación a la dominación, es claramente una táctica de aislamiento contra cualquiera que intente separar la sexualidad de la violencia y la dominación- que es un reto a la dominación masculina en toda regla.»

En resumen, que cada cual haga y viva como le de la gana mientras no atente contra la dignidad, la libertad y los derechos de nadie, que respeten y dejen en paz a quienes quieren vivir el sexo y sus relaciones de pareja de otras maneras no sexistas ni patriarcales. Y eso sólo se logra siendo sinceros desde el comienzo de las relaciones. ¿Empezamos?

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Artículo relacionado de Psychology Today:

«Expertos apuntan a los estereotipos imposibles de belleza como causa del incremento de casos de impotencia, disminución de la libido, insatisfacción sexual y problemas de pareja»

«La adicción a contenidos pornográficos y sexistas entre las principales causas de divorcios y rupturas de pareja según psicólogos y abogados matrimonialistas»

Porno en el cerebro. Documental de la BBC



Estudio de Cambridge convertido en documental para la BBC confirma los peligros de la pornografía y sus efectos, especialmente dañinos en niños y adolescentes. Los menores conforman ya más de la mitad de los consumidores del porno actual, entre los cuales se han multiplicado las agresiones sexuales en los últimos años. Vivimos en un tiempo donde el porno y la violencia sexual en tv, que antes era accesible solo para adultos, inunda ahora la cultura pop y la publicidad sin restricciones para los menores. Éstos tienen acceso libre al porno más duro y violento, y a contenido inapropiado para su edad las 24h a través de Internet, desde sus pc’s y especialmente desde sus móviles. La pornografía se ha convertido en educadora afectivo sexual de una sociedad donde existe nula educación sexual para contrarestar la violencia y el machismo que nos vende. Estas son algunas de sus consecuencias.

Otro de los datos que aporta el estudio es que las personas que son adictas a la pornografía muestran una actividad cerebral parecida a la de los alcohólicos o drogadictos, según un nuevo estudio de la científica en neurociencia, Dra. Valerie Voon, de la Universidad de Cambridge. Los hallazgos del estudio se presentaron en el Canal 4 británico, en un documental para la televisión titulado “Porno en el cerebro”, que se transmitió el pasado 30 de septiembre.

La Dra. Valerie Voon, que se especializa en estudios sobre adicciones, examinó la actividad cerebral de diecinueve usuarios con un muy alto grado de adicción de la pornografía frente a un grupo de control que no eran consumidores compulsivos. Al mostrar imágenes pornográficas, el centro de recompensa del cerebro de los voluntarios normales apenas reaccionó, pero el de los usuarios compulsivos respondió con fuerza, mostrando claras semejanzas con aquellos que sufren adicciones a sustancias.

Martin Daubney, ex director de una revista que publica desnudos y fotos eróticas, y a quien le encargaron ser el presentador y parte de la investigación de este documental, comentó su experiencia en el periódico británico Daily Mail.

Daubney, quien ha defendido la pornografía en el pasado, diciendo que era nuestra libertad de elección optar verla y que en realidad podría ayudar a aumentar las relaciones sexuales de adultos, dice que durante la producción de “Porno en el cerebro”, ha cambiado su opinión para siempre. En su artículo de opinión, hizo un llamado de acción a los padres, e incluyó que dejar que los niños estén expuestos a la pornografía libremente era como “dejar heroína por toda la casa, o repartir vodka en las puertas de la escuela, además de aumentar la violencia machista y poner en riesgo la integridad física y sexual de las niñas al enseñar a los niños a obtener excitación con la violencia ejercida sobre éstas”.

El imperio de los sin sexo en el reino de la pornografía

Vídeo


Japón ostenta el récord mundial de abstinencia sexual, a la par que el récord de mayor consumo de pornografía del mundo.

Los hombres japoneses están tan obsesionados con el porno, el manga, y los estereotipos de mujeres operadas, aniñadas y de sumisión que éstos promueven, donde ellos no necesitan esforzarse, que ya no quieren hacer el amor con sus mujeres, prefieren irse después del trabajo a masturbarse a un sex shop con shows de porno en directo, o con películas porno, vaginas y muñecas de plástico, o prostitutas, antes que hacerlo con sus parejas, es decir, con mujeres reales.

La dimensión del problema ha tomado tal magnitud que el índice de natalidad ha bajado alarmantemente, hasta el punto de que el gobierno nipón está invirtiendo auténticas millonadas en campañas de publicidad para que los hombres hagan el amor con sus parejas.

Expertos apuntan al uso de pornografía como causa del incremento de casos impotencia, disminución de la libido e insatisfacción sexual


Consumir porno en exceso y durante largo tiempo aumenta el riesgo de sufrir impotencia, disfunción eréctil y disminución de la libido en ambos sexos.

Especialistas advierten que cada vez hombres más jóvenes llegan a sus consultas con problemas de impotencia sexual y erección relacionados con el uso de pornografía.

Esto no es nada nuevo, Japón lleva años sufriendo las consecuencias, y una encuesta reciente sobre sexualidad  en el Reino Unido muestra que allí está ocurriendo lo mismo, algo que se sospecha que está pasando también en el resto de países aunque no se han hecho estudios en la materia, principalmente porque no interesa ir contra esta industria multimillonaria que tiene millones de adictos.

Muchos expertos llevan años advirtiendo de que la pornografía está causando impotencia en muchos hombres jóvenes, y no solo el porno, ya que éste ha dado el salto a la cultura en general, es el modelo único e imposible de belleza (especialmente el de mujer) que fomentan absolutamente todos los medios desde el telediario al cine (“El mito de la belleza” y “ La adicción a la pornografía”, de Naomi Wolf), que hace que los hombres aprendan desde críos a excitarse con un solo e inalcanzable modelo de mujer esculpido a base de photoshop y cirugía estética, y que las mujeres odien sus cuerpos y se sientan inseguras por no encajar en ese modelo, y por tanto disfruten menos del sexo.


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Una investigación médica publicada en Psychology Today, reveló que un gran número de jóvenes que consumen pornografía desde la adolescencia padecen disfunción eréctil al llegar a los 25. La rehabilitación no se logra con pastillas sino con dejar el porno por un buen tiempo, o indefinidamente.

Consumir porno en abundancia puede terminar haciendo «cortocircuito» en los canales cerebrales del placer, producto del exceso de imágenes de sexo que se van acumulando, y causar el descenso de la libido, la ausencia del deseo e incluso disfunción eréctil.

La investigación, realizada por la Asociación de Andrología y Medicina Sexual italiana, reveló que los jóvenes que consumen pornografía con regularidad desde la adolescencia, o incluso antes (con Internet la edad de comienzo de visionado de porno se ha reducido hasta los 10 años, y por debajo), tienden a padecer disfunción eréctil y pérdida de deseo cuando rondan los 25.

Al parecer la causa no es tanto psicológica como fisiológica. Según explica Carlo Foresta, director del estudio, en la revista, los usuarios de pornografía, tras muchos años de consumo, terminan por dormir la respuesta natural de su cerebro a la estimulación sexual, en su página se pueden leer algunos artículos relacionados.

El placer sexual nace en el cerebro, cuando se segrega una sustancia llamada dopamina (que se activa ante la novedad, la sorpresa o la ansiedad) y ésta provoca a su vez el deseo sexual y, por tanto, la erección. Sin embargo el estudio sostiene que si el cerebro está acostumbrado a la estimulación a través del porno, la respuesta se va haciendo cada vez más difícil pues las imágenes eróticas cada vez son menos emocionantes y menos sorprendentes.

Por este motivo la disfunción eréctil provocada por el abuso de la pornografía es difícilmente solucionable con pastillas, ya que éstas actúan directamente sobre el sistema cardiovascular (potenciando el flujo de sangre en el pene), pero no sobre la segregación de dopamina.

Rehabilitación sexual. Pero no hay que alarmarse, la solución es relativamente sencilla. Basta con dejar de lado el porno y en unos tres meses, o definitivamente si se prefiere, y se conseguirá una respuesta sexual natural. El estudio demuestra que el proceso de recuperación es sorprendentemente similar en la mayoría de los afectados. Durante los primeros días de ‘abstinencia’ suelen experimentar fuertes deseos sexuales pero después su libido desciende y experimentan la apatía durante unas semanas. En la siguiente fase, poco a poco, comienzan a aparecer las erecciones matutinas y ocasionales y el deseo se va recuperando paulatinamente, hasta que son capaces de mantener relaciones sexuales sanas y plenas con una pareja real.

La escritora feminista Naomi Wolf dio cuenta de este fenómeno ya en 2005 con su libro «El mito de la belleza», al que siguieron artículos como  «La adicción a la pornografía», en el que indicaba que muchos terapeutas y consejeros sexuales estaban comenzando a asociar el incremento del consumo de pornografía en hombres jóvenes con un aumento de casos de impotencia y eyaculación precoz en ese mismo grupo de edad.

«Para muchos hombres  las mujeres reales se han convertido en una especie de porno malo», asegura Naomi Wolf.

Los expertos que entrevistó adelantaban la tesis de que la pornografía estaba insensibilizando de forma progresiva la sexualidad de los hombres que la consumían frecuentemente, por lo que necesitaban unos niveles de estimulación cada vez más altos para lograr la satisfacción sexual.

Y no solo la líbido de los hombres se está viendo afectada por la pornografía, los estereotipos que muestra el porno afectan también a las mujeres, que pueden sufrir problemas de autoestima porque no tienen las medidas consideradas perfectas por el porno (delgadez extrema, silicona, etc), o porque se ven obligadas a experimentar prácticas sexuales que no quieren. «Los hombres esperan que su pareja sea capaz de hacer todo tipo de prácticas y posturas como si por el hecho de que lo diga el porno le tuviera que gustar a todas, o como si la relación fuera una clase de gimnasia y no una forma de intimidad, una relación sexual natural».

Investigaciones posteriores como la del andrólogo Carlo Foresta han demostrado que efectivamente la adicción al porno funciona como cualquier otra en la que el sistema de recompensa del cerebro necesita cada vez más para alcanzar el mismo grado de bienestar (al igual que ocurre con la cocaína o con el juego). Este efecto explica además por qué los consumidores de pornografía avanzan desde contenidos suaves hacia imágenes cada vez más duras y extremas.

Como la pescadilla que muerde la cola, el consumo compulsivo de pornografía no sólo provoca la infraestimulación de la dopamina, si no que conlleva una imagen del sexo totalmente falsa. Huelga decir que lo que muestran las películas pornográficas no se corresponde con las relaciones sexuales de la gente de a pie, pero quienes han desarrollado su sexualidad viendo ese tipo de secuencias  se ha creado una imagen desvirtuada. Esto provoca que, cuando mantienen relaciones con una persona y no se corresponden con lo aprendido en Internet, se frustren y no disfruten.

Poco a poco el círculo se va cerrando y los casos más graves prefieren quedarse delante de la pantalla del ordenador masturbándose antes que meterse en la cama con un compañero de juegos de carne y hueso. Para algunos, el sexo en Internet se ha convertido en una especie de droga, que a menudo les lleva a poner en un segundo plano todos los otros aspectos de su vida.

Un estudio de la universidad de Granada llevado a cabo por la investigadora Kimberly Young, asegura que la adicción al sexo en Internet es un problema: “Las conductas con el tiempo, se vuelven más frecuentes, más extremas o ambas cosas, avanzando desde el descubrimiento hasta la experimentación, la escalada, la compulsión y finalizando en la desesperanza», según Young.

La psicoterapeuta Wendy Maltz, experta en sexualidad y coautora de «Las trampas del porno» (The Porn Trap). En esta entrevista de radio traducida al español, explica por qué mucha gente sufre frustraciones y ve afectada su vida sexual viendo pornografía. El no poder llevar a la vida real las escenas del porno con mujeres perfectas, sumisas y dispuestas a todo en cualquier momento, es la principal razón de fracaso o incluso perdida de una relación plena.

El porno es la guía educativa de los hombres para saber todo sobre el sexo, pero lo que les enseña es irreal, ficticio, y debido a su uso masivo no es extraño hallar trastornos relacionados con su consumo. «Es muy fácil acceder a estos materiales actualmente y la gente está viviendo sus experiencias sexuales con base en este fenómeno», afirma Maltz. Por eso, es alarmante que los adolescentes, al tener fácil acceso a este tipo de material las 24 horas, aprendan a ver y vivir su sexualidad de esa forma. «Se identifican con ese modelo y piensan que de eso se tratan las relaciones sexuales».

Además de deformar el sentido de la sexualidad, la pornografía puede convertirse en una adicción. Según los expertos, el uso excesivo de este material afecta el cerebro del individuo, pues se crea un mecanismo de defensa que disminuye la sensibilidad a la dopamina, hormona vinculada al placer en las personas, y se genera dependencia. «Internet ofrece estimulación infinita y novedad constante con un solo clic. Los jóvenes pueden tener de 10 a 20 ventanas abiertas al mismo tiempo, se detienen y se devuelven a la parte que les gusta de cada una», señaló Gary Wilson, psicólogo experto en la adicción al porno y fundador de la página web yourbrainonporn.com. De esa forma, se llega a un punto en el que la búsqueda de novedad y material impactante se vuelve necesaria para obtener placer. Por eso, hay casos en los que una persona no puede llegar al orgasmo con su pareja si no tiene el estímulo del porno.

Martin Daubney es periodista, actualmente escribe para el Telegraph y el Daily Mail, aunque durante muchos años fue editor de la revista masculina Loaded en la que aparecían mujeres con poca ropa. Sin embargo, su opinión sobre todo este mundo ha dado un vuelco de 180 grados a raíz del documental Porn on the brain que le encargaron realizar para la BBC sobre la influencia de la pornografía de internet en los adolescentes, y su influencia en sus vidas cotidianas. El documental le trastocó la vida y le abrió los ojos a una realidad oculta para la mayoría. Ahora es un activista contra la pornografía.

En el diario Daily Mail cuenta su experiencia tras este documental. “Este experimento me convenció de que la pornografía online es la mayor amenaza a la que se enfrentan los niños hoy en día”, asegura.

Si crees que tú o tu pareja tienen un problema de adicción, o un problema de impotencia relacionado con el consumo de porno,«no recomendamos acudir a un sexólogo», ya que la mayoría, más que solucionar este tipo de problemas, los fomentan. En su lugar, sugerimos acudir a un/a profesional de la Psicología experto en adicción al sexo con experiencia, así como acudir al urólogo en el caso de impotencia y disfunción eréctil.

Otras fuentes y material recomendado:

– Charla para TED del Psicólogo Gary Wilson, sobre porno y neurociencia (subtítulos en español). Más info en su web: http://yourbrainonporn.com/

– Documental dela BBC Porn on the Brain (inglés).

-Artículo del Psicólogo Leon F. Seltzer, Ph.D.

«El Porno entre las principales causas de separaciones según abogados matrimoniales y psicólogos de pareja»


The New York Times. 

«Cualquier persona que considere la pornografía una diversión inofensiva debería hablar con terapeutas y abogados matrimoniales».

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| Por Gail Dines y Robert Jensen

Gail Dines es profesora y doctora en sociología y estudios de la mujer en la Universidad de Wheelock en Boston, además de una conocida activista por la igualdad de sexos, es autora de «Pornland: Cómo el porno ha secuestrado nuestra sexualidad». Robert Jensen es profesor en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Texas en Austin, es autor de «Correrse: La pornografía y el fin de la masculinidad». Son miembros fundadores de Stop a la Cultura del Porno (Stop Porn Culture http://stoppornculture.org/q-a/ ).

La evaluación de los efectos de los medios de comunicación nunca es fácil, pero las preguntas importantes acerca de la pornografía son obvias: ¿Qué ocurre cuando una cultura está saturada de imágenes sexuales explícitas, cuando se erotiza la dominación masculina y la subordinación femenina? Cuando esas imágenes son cada vez más crueles y degradantes para las mujeres y cada vez más racistas? Cuando la pornografía se convierte en la educación sexual de facto para la mayoría de los varones y un número cada vez mayor de niños?

Estas tendencias perturbadoras no se aplican a toda la pornografía. Hay muchas variedades hechas por pequeños productores, pero la industria del porno alrededor de Los Ángeles es la dominante, y da forma a las ideas culturales acerca de la sexualidad, las relaciones y la intimidad. Al igual que la industria de alimentos da forma a lo que comemos y la industria de la moda a cómo nos vestimos, la industria del sexo da forma a la manera en que pensamos sobre el sexo.

Cualquier persona que considere el porno una diversión inofensiva debería hablar con terapeutas de pareja y abogados de divorcios.

Esta fuente dominante de la pornografía tiene algunos temas recurrentes. El estudio más extenso realizado en la última década ha confirmado que la mayoría de las escenas de 50 películas porno contienen abuso físico y verbal hacia las intérpretes femeninas. La agresión física – incluyendo nalgadas, bofetadas a mano abierta y náuseas – se produjo en el 88 por ciento de las escenas, acompañado de expresiones de agresión verbal – por lo general hombres llamando nombres despectivos a las mujeres.

Las experiencias individuales como espectadores de pornografía difieren, y muchos hombres y algunas mujeres reportan experiencias placenteras. Pero hay patrones claros después de más de 30 años de investigación académica sobre los efectos de la pornografía. En las parejas heterosexuales, muchos hombres que habitualmente utilizan la pornografía a menudo abandonan el sexo real con sus parejas femeninas, y muchas veces demandan actos sexuales que son incómodos, dolorosos o degradantes para la mujer. Las mujeres en estas relaciones heterosexuales afirman que ambos comportamientos pueden destruir las relaciones, y los hombres a veces informan de que son conscientes de los daños, pero no puede romper con el hábito.

Aunque hay escasa investigación sobre los actores y actrices, la evidencia anecdótica sugiere que es un negocio duro para las mujeres. La industria muestra a actrices de alto perfil y con una vida de glamour, pero los productores y directores que hemos entrevistado, dijeron con franqueza que la industria «mastica y escupe» mujeres. De acuerdo con la Fundación Médica encargada del cuidado de la salud de la Industria del Porno, que proporcionó pruebas y atención de salud para los actores en Los Angeles hasta que se cerró el año pasado, las intérpretes femeninas están en riesgo de lesiones y enfermedades. El fundador del grupo, dijo en una ocasión que la carrera media de estas mujeres es de «seis meses a tres años», tras lo cual se debe hacer frente a una variedad de problemas físicos y psicológicos.

La pornografía es la industrialización y mercantilización de las relaciones sexuales, y como todas las grandes industrias, su producto es genérico, vulgar y plastificado. Estas imágenes suelen robar al sexo su creatividad, la alegría y la intimidad, son profundamente alienantes. Las actrices, lxs consumidorxs y nuestra cultura merecen algo mejor.

FUENTE: THE NEW YORK TIMES http://www.nytimes.com/roomfordebate/2012/11/11/does-pornography-deserve-its-bad-rap/a-pornography-habit-destroys-relationships

Don Jon, historia de un adicto al porno

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La cinta, protagonizada y dirigida por el propio Gordon-Levitt, se centra en un muchacho adicto al porno, y cuenta con un elenco en el que también están Scarlett Johansson, Julianne Moore, Tony Danza y Brie Larson.

Don Jon’ se presentó oficialmente en el último Festival de Sundance, y cuenta con tono humorístico la evolución de la relación entre Gordon-Levitt y Johanson, que toma una nueva dirección cuando ella descubre la adicción de su novio.

Un buen retrato del perfil de los adictos al porno/sexo, que son muchísimos más de lo que a la gente le gustaría aceptar, especialmente a los que lo son. Este es un asunto poco tratado en el cine, por ello que se hable de este tema tabú en una sociedad totalmente pornificada, ya es un avance. Un paso para visibilizar este problema que además está entre las primeras causas de rupturas y conflictos de pareja.

En esta entrevista en inglés el actor y director de esta película, Joseph Gordon-Levitt, nos habla sobre feminismo y el porqué de esta película.